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viernes, 13 de noviembre de 2015

Era un día normal




El despertador sonó a la hora de siempre. Era un día normal.
Se duchó como siempre. Era un día normal.
Preparó el desayuno, su café con leche de siempre. Era un día normal.
Se vistió y se maquilló para irse al trabajo, como siempre. Era un día normal.
De pronto, empezó a llorar. Lloró como si nunca hubiese llorado antes, como si todas las lágrimas del universo estuviesen saliendo por sus ojos. Lloraba porque sabía que no era un día normal.
En lo más profundo de su alma y de su mente sabía que ese no era un día como los demás. Era el día en el que había tomado una decisión. Una decisión dura, mucho.
Llevaban juntos, ¿cuánto? Casi 10 años ya. Primero novios, luego viviendo juntos. Eran una pareja ideal según su madre, según su suegra, según sus amigos…según todo el mundo que los conocía. Pero no sabían, nadie, lo que pasaba cuando estaban solamente ellos dos.
Y ese mismo día, en ese instante en que se miraba al espejo intentando tapar por centésima vez un moratón de la cara, justo en ese minuto de su vida se dio cuenta de que ni su cuerpo ni su alma aguantaban más. Más golpes, más empujones, más insultos, mas sentir que no era nada, que no valía nada.
Y empezó a coger todas sus cosas y echarlas en la maleta.
Y empezó a recordar la primera vez que el le dio un bofetón. Había tenido problemas en el trabajo y estaba estresado, pensó, se justificó.
Llorando se lo contó a su madre y ella le dijo que los hombres eran así, que había que intentar que estuviesen contentos. Y ella aguantó, y comprendió e intentó que estuviese contento, pero siempre pasaba algo: el trabajo, los amigos, el futbol, los políticos, la cena fría, siempre había una excusa.
Y ella solo pensaba ¿Pero que pasa con mi felicidad?
Intentó imaginar que sería de su vida a partir de ese momento y solamente podía sonreír. Sonreír como no lo había hecho hacía mucho tiempo.
Realmente no sabía donde iría, pero no le importaba, no le importaba en lo más mínimo.
Cuando cruzó la puerta hacia la calle no miró hacia atrás ni un solo segundo, solamente miraba hacia delante, hacia el futuro. Un futuro feliz y sin maltratos.



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