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sábado, 4 de noviembre de 2017

Inventores españoles - Parte 3




Cosme García Sáez (Logroño 1818 – Madrid 1874)

Realizó mejoras para el correo postal construyendo las máquinas para sellar en las oficinas de correos. 

Construyó las máquinas de timbre de la Casa de la Moneda e inventó también una carabina de retrocarga automática que podía dispara más de 3000 tiros sin que fallara el mecanismo o tuvieran que limpiar el arma.

Patentó un modelo de submarino realizando exitosas pruebas en el puerto de Alicante en 1860. Podía llevar a dos personas y permaneció sumergido durante veintiséis minutos. 

La reina Isabel II quedó admirada con el invento pero debido a los gastos de la guerra de Africa el estado no podía financiar ni comprar el aparato.

El submarino quedó anclado en Alicante hasta que la autoridad portuaria le informó que molestaba al tráfico marino y lo mandaron al fondo del mar donde aún permanece.

Murió sumido en la pobreza hasta el punto de que alguno de sus hijos tuvo que mendigar por las calles.

Su hijo volvió a ofrecer el submarino al gobierno español durante la guerra de Cuba, pero la oferta fue rechazada de nuevo.


Diego Marín Aguilera (Coruña del Conde, Burgos 1757 – Coruña del Conde, Burgos 1799)

Siendo hijo de agricultores y ganaderos pasaba muchas horas en el campo mientras aprovechaba para estudiar el vuelo de las aves que veía. Hizo trampas para cazar águilas y otras aves con el fin de estudiar sus alas ya que estaba pensando en crear un aparato que transportase una persona por el aire.

Preparó un armazón y unas articulaciones con movimiento de abanico construyendo así una máquina pájaro.

En 1793 puso el avión en la peña más alta del castillo del pueblo y se lanzó para probarlo. 

Recorrió unos 360 metros siendo el motivo del aterrizaje la rotura de uno de los pernos de las alas. Dijo firmemente que lo arreglaría y lo volvería a intentar.

A la mañana siguiente los vecinos incendiaron el aparato acabando así con sus sueños.


Alejandro Finisterre (Finisterre, Coruña 1919 – Zamora 2007)

Debido a un accidente de niño durante la Guerra Civil Española por el que tuvo que estar ingresado en el hospital durante bastante tiempo se dio cuenta que había muchos otros niños que, como el, no podrían jugar al fútbol.

Inspirado en el tenis de mesa construyó el futbolín. Dado que las fábricas estaban ocupadas con la producción de armas para la guerra no consiguió que fuese fabricado a nivel industrial.

 Lo patentó en 1937 junto con un pasahojas de partituras accionado con el pie.

Se exilió a Francia perdiendo la patente por el camino. De allí fue a Ecuador y más tarde a Guatemala donde mejoró el futbolín y empezó a fabricarlos y venderlos.

También estuvo en México ántes de regresar a España durante la transición. A su vuelta pudo comprobar la difusión que había tenido el futbolín en España.

En 2003 y 2004 realizó varias entrevistas en documentales televisivos.


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