Cosme García Sáez (Logroño 1818 – Madrid 1874)
Realizó mejoras para el correo postal construyendo
las máquinas para sellar en las oficinas de correos.
Construyó las máquinas de timbre de la Casa de la
Moneda e inventó también una carabina de retrocarga automática que podía
dispara más de 3000 tiros sin que fallara el mecanismo o tuvieran que limpiar
el arma.
Patentó un modelo de submarino realizando exitosas
pruebas en el puerto de Alicante en 1860. Podía llevar a dos personas y permaneció
sumergido durante veintiséis minutos.
La reina Isabel II quedó admirada con el invento
pero debido a los gastos de la guerra de Africa el estado no podía financiar ni
comprar el aparato.
El submarino quedó anclado en Alicante hasta que
la autoridad portuaria le informó que molestaba al tráfico marino y lo mandaron
al fondo del mar donde aún permanece.
Murió sumido en la pobreza hasta el punto de que
alguno de sus hijos tuvo que mendigar por las calles.
Su hijo volvió a ofrecer el submarino al gobierno
español durante la guerra de Cuba, pero la oferta fue rechazada de nuevo.
Diego Marín Aguilera (Coruña del Conde, Burgos
1757 – Coruña del Conde, Burgos 1799)
Siendo hijo de agricultores y ganaderos pasaba
muchas horas en el campo mientras aprovechaba para estudiar el vuelo de las aves
que veía. Hizo trampas para cazar águilas y otras aves con el fin de estudiar
sus alas ya que estaba pensando en crear un aparato que transportase una
persona por el aire.
Preparó un armazón y unas articulaciones con
movimiento de abanico construyendo así una máquina pájaro.
En 1793 puso el avión en la peña más alta del
castillo del pueblo y se lanzó para probarlo.
Recorrió unos 360 metros siendo el motivo del
aterrizaje la rotura de uno de los pernos de las alas. Dijo firmemente que lo
arreglaría y lo volvería a intentar.
A la mañana siguiente los vecinos incendiaron el
aparato acabando así con sus sueños.
Alejandro Finisterre (Finisterre, Coruña 1919 –
Zamora 2007)
Debido a un accidente de niño durante la Guerra
Civil Española por el que tuvo que estar ingresado en el hospital durante
bastante tiempo se dio cuenta que había muchos otros niños que, como el, no
podrían jugar al fútbol.
Inspirado en el tenis de mesa construyó el
futbolín. Dado que las fábricas estaban ocupadas con la producción de armas
para la guerra no consiguió que fuese fabricado a nivel industrial.
Lo patentó
en 1937 junto con un pasahojas de partituras accionado con el pie.
Se exilió a Francia perdiendo la patente por el
camino. De allí fue a Ecuador y más tarde a Guatemala donde mejoró el futbolín
y empezó a fabricarlos y venderlos.
También estuvo en México ántes de regresar a
España durante la transición. A su vuelta pudo comprobar la difusión que había
tenido el futbolín en España.
En 2003 y 2004 realizó varias entrevistas en
documentales televisivos.
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